Apenas puedo recordar la mañana en la que dejaste el café caliente y el cigarro apagado
Tu cara cubierta de blanco, los sonidos de tus palabras apenas claros
Y en el ocaso escuché a tu sombra gemir
Pero no pude ver tu silueta
Ni el eco de tu melodía que llenaba estas cuatro paredes que me rodean.
Ahora sólo queda tu fantasma, atrapado en mi memoria
Y probablemente, no en la tuya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario