Me querías así, desnuda en tu cama, las medias colgadas en
la silla, tus dulces miradas acosadoras, las palabras rompiendo sobre la
caracola con besos que perforaban mis venas, mezclándose con el vino y las
cenizas de tus promesas.
Me querías así, abierta de piernas, la sonrisa de falda y
los gemidos como accesorio, mi respiración como base de nuestra melodía y el
calor de nuestros cuerpos en sintonía.
Me querías así, atrapada entre las sábanas, perdida en tu
mirada de cocainómano mientras me tocabas para ver si estaba ya afinado.
Me querías así, delicada, la muñeca Barbie de tus sueños
envuelta en la camisa sudorosa de tu último concierto y la corbata en mis pies
para que no pudiera viajar más al cielo.
Me querías con la marca de mis labios sobre tu pecho, mis
dedos dando pasos sobre tus lunares y mi saliva en tus más profundos
pensamientos.
Tú sólo me querías para aquellas noches de whisky frío y risas enlatadas, no me querías
cuando soltaba los leones sobre tu piel, cuando rompía espejos con el rimmel invadiendo mi cuerpo, cuando me
hundía en las negras aguas; sólo me deseabas para las charlas cortas y con la
boca siempre cerrada.
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